El Libro de la Tierra - Antología Mayor



EL MÁS ALTO PENSAMIENTO DE LA HUMANIDAD
101 Autores Clásicos. Textos Iluminados.


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Honor a la raza humana (Prólogo)

Por Gonzalo Márquez Cristo

«Nuestro amigo el Sol ha muerto, ¿retornará?» pregunta Stéphane Mallarmé en Los dioses antiguos, y este conmovedor y poético interrogante, que alude a nuestro inevitable funeral cósmico descrito en el hinduismo (Día de Brahma) y en el calendario Maya donde nuestra estrella cumple ciclos categóricos, se ha convertido también en una pesadilla de la astrofísica desde cuando científicos como Ludwig Boltzmann y otros alucinados investigadores de la termodinámica decretaron el fin del Universo.
Del origen estelar acaecido hace 14.500 millones de años hasta nuestra consumación cósmica que ocurrirá con la colosal agonía de nuestro amigo el Sol dentro de 5.000 millones de años si antes no improvisamos nuestro apocalipsis, obedeceremos los designios de la física que según los últimos descubrimientos se vislumbran cada día más aciagos.
La presencia protagónica del ser humano en la Tierra: en una pequeña «mota de polvo» –para usar la metáfora de Christiaan Huygens–, evidencia que este prepotente engendro, que antes se creía elegido por los dioses, aunque sabe todavía muy poco de su origen, ya deletrea el alfabeto de su aniquilación. Y al iniciar este tercer milenio, humillado por la ciencia, intentando fundamentarse en la nueva mitología legada por la Cuántica y la Relatividad, vemos cómo se encuentra condenado a un ínfimo rincón de la Vía Láctea (Camino de Leche), que debe su nombre al instante en que la bella diosa Hera alejó intempestivamente de su seno a su hijastro Heracles, quien siendo aún un infante ávido, intentó furtivamente amamantarse con el propósito de conquistar la inmortalidad; y así, según la perturbadora imaginería griega, de aquella lluvia de leche divina, se formarían las más de 200.000 millones de estrellas que conforman nuestra casa mayor.
Del caos al cosmos, del desorden del Big Bang a la armonía galáctica cuyo primer soñador fue Pitágoras; de nuestro origen estelar a la compleja vida en esta esfera imperfecta en la cual viajamos con celeridad por el universo –tal vez hacia ningún lugar– y que gira sobre sí misma a una velocidad más rápida que la del sonido (1.600 km/hora); de las cosmogonías forjadas por los pueblos primigenios hasta las inferidas por la ciencia, que no son menos fantásticas si contemplamos las teorías que involucran nuevas dimensiones, viajes en el tiempo y mundos paralelos –fuentes incesantes de perplejidad–; y si a lo anterior adicionamos las extravagantes explicaciones propuestas por las religiones con el fin de sustentar sus dogmas, pareciera incuestionable que el universo tiene más de fantasmagoría que de realidad, como lo vio Platón en el mito de la Caverna y algunos cultores de la ciencia ficción.
Debido a esta multiplicidad de visiones y hallazgos que afloran de las arduas disciplinas del conocimiento, y sin la odiosa pretensión de ser exhaustivos, pero sí con la entereza de configurar un diminuto –aunque esencial– mapa de nuestro vínculo con la Madre Magna, que conjunte deslumbrantes creadores, desenfrenados vigías cósmicos y acuciosos investigadores; nos propusimos acopiar un archipiélago de voces que comenzaron a construir hace milenios en distintas regiones del planeta, en innumerables lenguas y proveniente de diversas culturas, esta Antología Mayor: legado de la imaginación que honra a la Tierra y que ilumina nuestro acontecer cósmico […]