ENTREVISTAS a GONZALO MÁRQUEZ


Fotografía: Carlos Duque

"Que nos manipulen desde un lado más humano"
Entrevista conducida por Marcos Fabián Herrera

“¡Que el grito siempre pueda detener la herida¡”, nos dice Gonzalo Márquez cristo en uno de sus poemas. Un grito, que intenta restañar las profundas heridas espirituales de un país, en el que declararle la devoción al arte y la poesía constituye un acto suicida, es Común Presencia. Esta revista con veinte números publicados, que se enfiló también en el gratificante ejército de los libros y se constituyó en la prestigiosa editorial Los Conjurados, tiene a la cabecera a un infatigable poeta. Gracias a sus entrevistas hemos conocido las iluminadas reflexiones de grandes creadores de nuestro tiempo. Con cinco libros publicados; tres poemarios (Apocalipsis de la rosa, La palabra liberada, Oscuro nacimiento), una novela (Ritual de títeres), y un libro de cuentos (El Tempestario); este bogotano nacido en 1963, sigue apostándole a la palabra.

MFH: ¿Cómo persistir en una labor tan quijotesca, como lo es editar libros de poesía y de literatura en Colombia?

GMC: El poeta francés René Char decía que “cuando la muerte es más violenta la vida está mejor definida”, y si ese axioma es cierto pensamos que debería ser corroborado primero en países como Colombia o Palestina, ya veremos... Para contestar a su pregunta evoco que hace tres años editorial Norma sacó de circulación su colección de poesía, algo gravísimo si creemos que la poesía es la mayor expresión del hombre, la palabra en el límite.

Si suponemos que un arte es esencial cuando tiene la posibilidad del retorno, es decir cuando es poético: cuando nos da la opción de su relectura. Creímos que ese vacío terrible generado por una editorial emblemática debía ser llenado por nuestro esfuerzo desinteresado. Así a la sombra de la revista Común Presencia, que ya completa el número 20, y en donde hemos entrevistado a 35 escritores y pintores importantes de nuestro tiempo, entre los que sobresalen: E.M. Cioran, Octavio Paz, José Saramago, Vargas Llosa, Juan Goytisolo, Carlos Fuentes, Juan García Ponce y Roberto Matta; decidimos fundar una colección de literatura, para privilegiar el género de poesía y el de cuento; olvidados por la generalizada usura editorial. Creamos entonces la colección Los Conjurados (en homenaje a Borges) y tuvimos el milagro de que la Academia Sueca, gracias a la intervención de uno de los poetas vivos más importantes del mundo como lo es el poeta Adonis, nacido en Siria y con nacionalidad libanesa, nos concediera la autorización para publicar los discursos de los autores galardonados con el Premio Nobel de Literatura. Hemos publicado tres tomos y en cada uno hay once discursos.

También generamos la colección Los Conjurados de Poesía, con más de treinta títulos publicados y con nombres como Roberto Juarroz de Argentina, George Trakl, el expresionista alemán; Arthur Rimbaud el vidente; el italiano prodigioso Giuseppe Ungaretti, Claude Michel Cluny, y otros poetas como Alfredo Chacón de Venezuela, Rodolfo Alonso de Argentina. Es importante aclarar que la colección circula en cinco países, aunque con enormes dificultades. Sin embargo insistimos en ser un mapa poético que reúna todas estas voces disgregadas, porque nos sumamos a la fuerza expresiva de Adonis cuando nos dijo que “el porvenir será poético o nunca lo será”.



MFH: A propósito de poetas, el prólogo de su libro “La palabra liberada” lo escribió el venezolano Eugenio Montejo, cuya obra me seduce mucho. ¿Cómo es la relación con Eugenio?

GMC: A él lo entrevisté dos veces en Caracas y una en Bogotá. Eugenio Montejo es un poeta extraño, viajero, diplomático, metafísico y reflexivo. La última vez que lo entreviste me legó una sentencia sobre la muerte que me parece perturbadora, que es un tema del cual es imposible escapar. Él me decía que la muerte siempre está a la misma distancia y no por ser anciano se está más cerca de ella. La muerte es el objetivo de la poesía y si le creemos a Sócrates, la filosofía debe ser un ejercicio preparatorio para la muerte. La muerte, esa forma del futuro tan inobjetable, ese tiempo inmóvil, ha fundado el exorcismo del arte, y es nuestro deber creer que podemos vencerla, al menos en la fugacidad de la conjunción estética o de la especulación filosófica. La muerte no penetra en la poesía, tan solo porque el verdadero poeta ha decidido hablar desde el silencio, desde su propia y temeraria lengua.



MFH: ¿Qué opinión le merece la poesía que se está escribiendo actualmente en Colombia?

GMC: Hay una vertiente que no tiene mucha importancia: esa que ha caído en un facilismo coloquial. Los poetas han tendido a ser muy narrativos y muy conversacionales, embrujados por el resplandor de la superficie. Pero hay otra tentativa que me parece más esencial, que trabaja con las imágenes y con su fulgor cautivo, que tiene más referencias expresionistas y surrealistas. La primera creo que va a sucumbir por ser tan ligera. La poesía debe retroceder a su origen, ser reflexión, provocar las nupcias con la filosofía para que sea lo que todos estamos esperando: brújula interior, nuevo estremecimiento.



MFH: Recientemente en la literatura colombiana se habla de una nueva generación de escritores, que la integran nombres como Efraim Medina, Mario Mendoza, Jorge Franco, Santiago Gamboa y otros. ¿La considera narrativa imperecedera?

GMC: Hay un boom, por supuesto comercial. Es una narrativa con rasgos y temas amarillistas; se trata de un neorrealismo predecible, de una crisis de la imaginación, de la apología de aquello que era territorio inviolable del cine norteamericano por su misma ligereza exterior. Algunas de las nuevas novelas han decidido rendirle tributo a la imagen, en el sentido cinematográfico, esa mercenaria que hoy por hoy nos hastía en la televisión, y que parece ya incapaz de toda profundidad. En algunos de los autores hay una intención de homosexualizar y de sicarizar la literatura, hay un intento de provocación banal. Esta es la oportunidad de proclamar que deseamos una novela hecha con palabras verdaderas, las que indagan y hacen soñar. Qué finalice de una vez y para siempre el exilio de la palabra impuesto por esta sociedad tan mediocre como rapaz. Pero lejos de aquello, este nuevo clan de novelistas plantea el divertimento, que vendría a ser similar a la pintura ornamental, aunque esta vez utilice nuestra miseria y desolación para construir sus réditos. Toda comunicación ha sido excluida cuando privilegiamos los clichés comerciales. No sé hasta qué punto puedan ser estos novelistas tan importantes para nuestra literatura como la generación de Germán Espinosa y R.H. Moreno-Durán, que me parecen voces más consolidadas.



MFH: Un elemento común en muchos escritores, es el desdén hacia el periodismo por considerarlo liviano y vacuo. Pero usted fusiona el periodismo con la literatura. ¿Cuál debe ser el periodismo ideal para un país tan conflictivo?

GMC: Yo prefiero un buen periodista y no un mal novelista. Prefiero un artículo de Talese que un texto de un escritor que esté de moda. Hay novelas publicadas por editoriales muy importantes –muchas españolas- que pueden llevar una fecha de vencimiento, una orden mercantil de caducidad. Creo y amo el periodismo muy bien escrito, y añoro un periodismo denso que no se lucre de la miseria y que no utilice el efecto alkaseltzer, del que habla Enzenberger. Un periodismo que sea capaz de construir una nueva verdad!



MFH: Cree que los intelectuales colombianos han hecho lo del avestruz. ¿Intelectuales autistas que se limitan a crear y no opinan ni toman parte en debates públicos?

GMC: Yo pienso que los que tienen la posibilidad de escribir en grandes medios han hecho la estratagema del avestruz y eso ha sido muy grave. Necesitamos la opinión de García Márquez, de Mutis, sobre esta situación tan terrible que ha desencadenado tantos ríos de sangre en este país. Sería una estrategia moral para detener eso. Pero en cambio tenemos a Fernando Vallejo que prefirió donarle el premio Rómulo Gallegos a una sociedad protectora de perros cuando el país está sumido en la miseria… El final del siglo XX y el comienzo de este nuevo milenio, nos ha demostrado que la literatura se ha despolitizado tanto que llegará el día en que pagaremos este error. Los escritores deben ofrecer una orientación ética al mundo, deben ejercer una denuncia categórica de la iniquidad, de la ceguera planetaria, del derrumbe de los valores previsto por Nietzsche, de esta nueva caverna platónica que parece ser la Internet. Hay que crear una barricada espiritual contra todas las atrocidades que se originan desde los centros de poder, y entonces la palabra recién nacida del poema será la única herramienta capaz de liberarnos.



MFH: Goytisolo en la entrevista que le concedió para la revista Común Presencia afirma algo similar, a la hora de cuestionar el papel de los intelectuales contemporáneos...

Goytisolo es otra de esas bitácoras de la moral en el mundo, él ha permanecido desde la Guerra Civil Española, hasta nuestros días, indagando y preocupándose por humanizar la existencia. La pregunta sería: ¿cuándo va a llegar el hombre a la Tierra? Llevamos miles de años esperándolo. Es trágico que los grandes creadores no opinen y tomen posiciones beligerantes en estos tiempos de centralismo ideológico. Pues aunque el capitalismo se tambalea la neobarbarie se extiende sin encontrar diques. Los sueños del pasado se ha derrumbado: el amor, la fraternidad, la libertad, pertenecen al reino del panfleto o de la cursilería. ¿Qué hemos hecho para impedir que el 70 % del mundo viva en la miseria? Nada. Es asombroso que la ilusión sea la que rija los destinos de la sociedad más pragmática que se haya construido. Es hora de que nos manipulen desde un lado mucho más humano.



(Entrevista concedida para un programa radial, Neiva, octubre de 2004)